19 ago 2011

Tengo ganas de... Irlanda

Irlanda, país de pelirrojos, leprechauns, de cerveza guinnes, de records, de música, de pubs, país de coloridas casas, de dudosos veranos, de cuervos, de naturaleza, de iglesias, país de gente entrañable... un país que no hay que perderse.

Siempre hay que quedarse con ganas de más.. cuando ocurre esto es porque estamos ante algo bueno y, sin duda, mi estancia en Cork lo fue.
Cork no es la típica ciudad grande con cuatro museos, mucha gente de aquí para allá y poco más. Es una ciudad tranquila y, eso sí, durante los meses de verano llena hasta la bandera de españoles dispuestos a aprender inglés, aunque resulta más probable que un 'irish' aprenda español con sólo pasear por las calles de Cork.
Lo primero que me llamó la atención fue la explosión de colores que se puede apreciar en cualquier rincón de esta ciudad, igual podemos encontrar una farmacia violeta, que un pub de fachada negra, o casas multicolores: azules, rojas, amarillas, verdes... con sus puertas de otros colores. Todo esto perfectamente conjuntado con el fondo verde de los jardines y el azul verdoso del río Lee que baña esta ciudad (si se tiene suerte y se presta atención, cuando el agua del río está calmada pueden verse algunas focas). Sólo los cuervos, que parecen creerse palomas, dan un toque lúgubre a Cork. Desde luego, todos estos colores hacen que se te olviden los días normalmente grisáceos y los intermitentes chaparrones que pueden caer de cuando en cuando en una semana de verano.
El ambiente de Cork es muy jovial, aunque da gusto entrar a cualquier pub (yo recomiendo Spailpin Fanac) y comprobar como todas las edades disfrutan por igual de unos buenos músicos mientras unos conversan, otros bailan y, como no, todos beben una(s) pinta(s) de guinnes.
La comida es buena, sobre todo predomina la patata, y bastanta contundente como el típico 'irish breakfast' (huevo, patata cocida, salchicha y otras variedades de carnes).
No muy lejos de Cork, cogiendo el tren, podemos visitar Fota (un zoo natural con grandes espacios para los animales), Cobh (un pequeño pueblo portuario en el que el Titanic hizo su última parada antes de hundirse y donde hay un pequeño museo dedicado a los irlandeses que tuvieron que emigrar en barcos como el Titanic o el Lusitania) y otros pueblecitos con mucho encanto.
En Cork hay un lago precioso con patitos, cisnes y otros animales donde todos los miércoles a partir de las 7 de la tarde un grupo local toca y baila la música típica de Irlanda con todos los turistas que estén dispuestos a mover el esqueleto. Tampoco puedes dejar de visitar The English Market y The City Gaol.
Blarney Castle también debe ser visitado, es un antiguo castillo donde, según la leyenda, si se besa la piedra que está en lo alto de una de las torres, obtendrás sabiduría. Los jardines que rodean a este castillo son muy bonitos, geniales para sacarse algunas fotos.
En West Cork (el oeste de Cork) podemos encontrar pueblos preciosos como Kinsale o Killarny y podemos visitar la costa del sur de Irlanda, los impresionantes acantilados y las playas (sólo aptas para valientes que soporten bien el frío y fantásticas para surferos). Eso sí, lo mejor es visitar todos estos lugares por cuenta propia, no recomiendo los tours organizados por 'the tourist office' porque se pasa todo el día en el bus viendo el paisaje a través de la ventana y eso si no terminas mareado por tanta curva.
Podría seguir escribiendo sin fin sobre lugares preciosos que visitar y seguro que me dejaría alguno en el tintero, pero prefiero comentar algunos de los pocos sitios que visité y dejar el resto a los futuros aventureros con ganas de descubrir los rincones más encantadores de Irlanda, los cuales abundan y pueden aparecen a la vuelta de la esquina.
Sin duda, el trato a los turistas es buenísimo y más pronto que tarde te sentirás como en casa. Por todo esto y más recomiendo visitar Irlanda, en concreto Cork, seguro que, como yo, terminarás teniendo ganas de más.

1 comentario:

María dijo...
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